Sres. Aquialgarrobo La realidad es simple: por años hemos tenido, como consumidores, que pagar uno de los precios más caros de Chile de agua potable. Nuestras tarifas sólo son comparables a las de las desérticas zonas del Norte Grande o de las remotas y aisladas de Coyhaique (ver detalle en http://latercera.com/contenido/680_122527_9.shtml) Ante esta insólita situación, entendiendo que nada justifica la fijación de un precio a niveles de zonas de características extremas como las señaladas, no nos cabría más que esperar, como clientes de Esval, que la calidad de este servicio tan onerosamente prestado resultara de una calidad superlativa ("si tan desproporcionadamente caro cobran, al menos deben ofrecer un servicio excelente"). Resulta doblemente irritante comprobar una vez más que la realidad dista mucho de esta cándida expectativa: a casi cuatro días del terremoto del sábado, cuando en todo el país -incluidas las zonas más fuertemente afectadas- los suministros básicos empiezan a reponerse, nosotros como algarrobinos tenemos que empezar a afrontar un tercer día consecutivo de corte de agua. La empresa, como un sello acaso de pretendida modernidad, ofrece un fono servicio disponible todos los días las 24 horas: del otro lado de la línea una voz gangosa y presumiblemente femenina nos informa, el domingo, que "durante la tarde el suministro debería volver a la normalidad", y, el lunes, que "a más tardar entre hoy y mañana". La conclusión de todo esto también es muy simple: la empresa nos ofrece un servicio apenas discreto, por no decir insultantemente mediocre: nos cobran carísimo, nos tratan de engañar con excusas ridículas (la más que manoseada "rotura de matriz") y de ofrecer paliativos distribuyendo dos o tres estanques para que un camión aljibe municipal vaya rellenando. Ahora sí podemos decir, con cierto patético orgullo, que en Algarrobo no sólo pagamos uno de los precios de agua potable más altos del país, sino que también tenemos una de las empresas sanitarias más malas de Chile. Pablo Salinas
(Comentario)
Don Pablo Salinas se quejaba de lo malo y caro que es Esval, me sumo a su crítica y quisiera agregar Litoral, también es carísimo y malo, en Mirasol no hay alumbrado público completo, solo algunos sectores y después del terremoto se demoraron 3 días en venir a levantar una palanca y volvió la luz, les importa un bledo sus clientes. Que vergüenza, las empresas particulares quieren autocontrol y miren lo que paso con la industria salmonera o las constructoras cuyos edificios nuevos se cayeron, en Chile autocontrol significa robo sin control. Patricio Labatut
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