EMOL
Editorial
Jueves 12 de septiembre de 2013
REAPARECE LA CORRUPCIÓN
MUNICIPAL
“Esta sucesión de anomalías
abre la inevitable pregunta sobre cuántas otras situaciones como esta, y por
montos quizá mayores en comunas más pudientes, pudieren haberse dado o estarse
dando, sin ser conocidas...”
Según un reciente informe de la
Contraloría, en la municipalidad de Nogales (V Región) se habrían producido
desfalcos por 1.300 millones de pesos, con malos manejos de efectivo, pagos
de favores políticos, sueldos injustificados e indebidos descuentos por
planilla a los trabajadores.
En una de las 21 conclusiones
de aquel se registra, por ejemplo, la existencia de Cheques extendidos a nombre
del propio alcalde, de los cuales 25 millones carecen de justificación y
respaldo legal. Se remitieron los antecedentes al Consejo de Defensa del Estado
y al Ministerio Público para determinar las responsabilidades civiles y penales
de los involucrados.
El caso de Nogales es decidor:
se trata de una comuna pequeña, pero los montos involucrados en irregularidades
son cuantiosos, pues una proporción sustancial de sus fondos locales habría
sido presuntamente distraída para efectos ilegales.
Por desgracia no es algo
aislado, sino una realidad frecuente. En demasiadas comunas se han conocido
irregularidades en los últimos años, evidenciando la precariedad institucional
de los municipios chilenos. Por ejemplo, hace muy pocos días la justicia
declaró culpable de fraude al fisco y cohecho al ex alcalde de Hualpén (VIII
Región) y a otros cuatro funcionarios municipales, tras un juicio por delitos
de corrupción pública.
En 2006, el alcalde de Coquimbo
fue condenado a inhabilidad perpetua para ejercer el cargo, tras ser declarado
culpable de fraude al fisco.
En 2008, el alcalde de
Antofagasta fue destituido por el uso de 30 millones de pesos para contratar
irregularmente asesores municipales durante 2003 y 2004; el tribunal también lo
inhabilitó.
En 2012, el alcalde de Arica
fue suspendido y no alcanzó a terminar su período tras ser enjuiciado, junto a
otras 17 personas, por asociación ilícita, corrupción, lavado de activos,
fraude al fisco, tres delitos de cohecho activo, nombramiento ilegal y exacción
ilegal; la fiscalía pidió 36 años de cárcel para dicho alcalde.
Esta sucesión de anomalías abre
la inevitable pregunta sobre cuántas otras situaciones como esta, y por montos quizá
mayores en comunas más pudientes, pudieren haberse dado o estarse dando, sin
ser conocidas.
Casos como los mencionados
muestran que, ex post, la institucionalidad contralora funciona. Pero eso no es
suficiente.
Resulta obvio que se requieren
reformas profundas en la administración municipal misma para aumentar la
transparencia y reducir los riesgos de corrupción. Las amplias atribuciones
de los alcaldes, por ejemplo, no encuentran contrapeso en la débil capacidad
fiscalizadora de los concejales. TAMPOCO LA COMUNIDAD MISMA TIENE VÍAS PARA
EXIGIR RESPONSABILIDADES, MÁS ALLÁ DE VOTAR CADA CUATRO AÑOS.
Fuera del período electoral,
este tema no es de interés de la clase política. Debería serlo, sin embargo.
En otro tiempo, cuando el
gobierno central podía atender más o menos básicamente a las necesidades
comunales -dados entonces niveles menores de demografía, desarrollo,
expectativas y exigencias de la ciudadanía-, tal vez el daño directo a la
población local por estas repudiables irregularidades era comparativamente
menor.
Hoy, el cuadro es muy distinto.
Las municipalidades han adquirido un estatus crecientemente importante en el
sistema político nacional, y para un sector relevante de la población muchas
veces pasan a ser más determinantes que el Estado central.
Irregularidades municipales se
traducen necesariamente en menores y peores servicios para la comunidad, no
mejoramiento de su calidad de vida, natural descontento y desprestigio tanto
de los partidos a que pertenecen los responsables como del sistema democrático.
Es bueno estar atento a lo
señalado en esta Editorial de EMOL el día 12 de Septiembre de 2013.
No se quiere decir que esto
esté sucediendo acá en Algarrobo, pero hay ciertos signos, si es que no de
desfalcos, sí de mal manejo aparente de ciertas situaciones que están
provocando descontento entre los algarrobinos.
Es cosa de leer los diferentes
comentarios que se publican y que no son atendidos adecuadamente por quien
corresponde. Quien calla, otorga, dice el refrán.
Atentamente,
SANTIAGO PEREZ P.