miércoles, 22 de enero de 2014

PINGÜINOS

He recibido, como todos los usuarios de este medio, una conmovedora citación a una nueva marcha por la protección de los pingüinos de Algarrobo.
 ¿Por qué las personas tienen  que congregarse y salir a las calles para poner en relieve temas que son de obvia importancia para la comunidad? ¿No es competencia inapelable de las autoridades tanto comunales como regionales velar por los intereses de los ciudadanos y de su medio ambiente? ¿De qué se preocupan los Alcalde, Concejales, Diputados, Senadores, etc., si no lo hacen por aquello que las personas demandan?

El tema ha sido repetidamente comentado en este medio y no han faltado informaciones ni propuestas que van desde la caducidad de permisos a la Cofradía y el correspondiente regreso del islote  a su condición de tal, hasta pintorescas soluciones como la instalación de mallas para condicionar el vuelo de algunas aves.
Impulsado por estas reflexiones decidí  visitar el lugar de los hechos y me embarqué en uno de los cruceros  ¡A la isla!  ¡A la isla…!
La experiencia es fantástica.  Sin duda recomendable para aquellos que no la hayan tenido.
El islote es - o está - harto feo en sus niveles medio y alto, de los que se han apoderado cientos de pelícanos y gaviotas. Puede haber otras especies que mi ignorancia en la materia no me permitió reconocer.  Sin dudas,  se distingue la violenta intervención destinada a dar resguardo a las embarcaciones de la marina, que destruye cruelmente la imagen de un borde costero naturalmente maravilloso.
Sin embargo en el nivel inferior con variado y abundante roquerío  y  algas en constante movimiento por la insistencia de las olas, se aprecia un fondo oscuro y brillante en el que destacan numerosos pingüinos, creando un armonioso ambiente decididamente distinto al resto del islote. Me pareció reconocer en este nivel  el que tal vez sea el último refugio de nuestros pingüinos de Humboldt.
Mientras las instituciones funcionan (aunque no sabemos a qué velocidad) y la fantasía genera nuevas propuestas, creo que se necesita con urgencia un programa de protección real de ese santuario de modo de impedir el desaparecimiento de ese nivel inferior que aún alberga a la especie. Vemos cómo en países vecinos los turistas recorren cientos de kilómetros y pagan altas tarifas para observar las pingüineras  y nosotros  a una joya ubicada emplazada,  literalmente en nuestras propias narices, le damos la espalda.
No es posible seguir perdiendo el tiempo. Debe convocarse a universidades y centros de investigación asociados al tema para abordar con urgencia un programa de salvataje que permita a Algarrobo, recuperar  a uno de sus más preciados regalos de la naturaleza.

j. joaquín berríos  r
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