Ayer, martes 11 de Febrero, junto a un
grupo de algarrobinos, he tenido la suerte de asistir en la Casa de la Cultura
a una muy documentada charla referida a la presencia de las aves asentadas en
el Islote Pájaro Niño, declarado Santuario de la naturaleza desde el año
1978.
El ilustrado expositor, Dr. Alejandro
Simeone, describió con mucha elocuencia la vida en el islote, compartida entre
las aves residentes, podríamos decir las nacidas y criadas en el lugar y
las provenientes de diversas regiones - incluso de países del hemisferio
norte – y que aportan diversidad y, seguramente, otros puntos
de vista…. (no se habló de iluminados…).
Dentro del grupo de los nacidos y
criados, se encuentra el pingüino de Humbolt, que creo ya debiéramos llamarlo
con su apellido materno: Pingüino de Humbolt Algarrobino, porque sabiamente ha
elegido este lugar para vivir, entre los muy pocos disponibles en el litoral
central. Esta ave, en particular, ha estado sujeta durante los últimos años al
más lamentable desamparo. En efecto, la construcción del pedraplén que
ha unido el islote al continente para conformar la marina del lugar, ha
permitido la entrada de humanos e incentivado la llegada de ratas, lo que ha
articulado una alianza depredadora que ha ido logrando el exterminio progresivo
de huevos, nidos y polluelos.
Se ha destacado reiteradamente la
maravilla tanto científica como turística que representa el pingüino en nuestra
zona, debido a ello es la gran preocupación que debe suscitar, y de hecho
suscita, en la comunidad algarrobina. Apoyemos a los que han tomado la bandera.
De acuerdo a la información recopilada
por el expositor, durante los últimos veinte años la población de pingüinos ha
sido reducida por esos efectos en alrededor de un 70 %. Si
suponemos una tasa de deterioro constante (probablemente sea exponencial),
estaríamos despidiendo de nuestra costa al último Pingüino de
Humbolt Algarrobino, en unos ocho años más.
Muy reconfortante ha sido saber que la
exposición contó con el patrocinio de la I. Municipalidad de Algarrobo, a
través de su Departamento de Medio Ambiente. Esta participación de la
autoridad, agrega una señal de confianza en los pasos que se deben dar
para devolver al Santuario - tan abusivamente profanado - su condición
original.
Con las observaciones enunciadas por el
académico y otras divulgadas en diversas informes estamos ciertamente
completando una larga etapa de diagnóstico que urge llegar a su fin. Se hace
impostergable activar acciones concretas.
J Joaquín Berríos R