Es un orgullo para los algarrobinos el premio o mejor
dicho la certificación que ha obtenido el Hotel Winery. Único galardón en la
región de Valparaíso y segundo a nivel país. El lugar es una maravilla desde su
concepción (recuperar y restaurar una casona antigua abandonada), hasta sus
habitaciones, pasando por su diseño, su servicio, su piscina, su terraza, su
cava de vinos y su tienda. Es un real aporte a la comuna pues genera demanda
turística durante todo el año no siendo esta solo alojamiento sino de intereses
especiales, atrae extranjeros (que consumen más dólares en su estadía) e
instala un polo eno-gastronómico que podría cambiar el destino de toda la
comuna y sus habitantes, si se lee bien la hoja de ruta (cuando la haya…).
Iniciativas como esta deben aplaudirse y deben ir sumando fuerza junto a otras
como La Mirage ,
La Arbequina ,
Raíces, las Escuelas de Surf y tantos otros pequeños o grandes proyectos de
esta industria sin chimeneas que es el turismo del bueno.
Ilustres, no colgarse
medallas ajenas, al César lo que es del César.
El César en este caso es Juan Guadalupe, arquitecto de
alucinante trayectoria, residente-durmiente, un tipo que cae en el atroz grupo
de “los iluminados”. Juan es el cerebro detrás del plan maestro de Pucón,
aquel que por ordenanza establece el tipo de construcción, altura,
materialidad, etc. Juan ofreció AD HONOREM diseñar un plan equivalente para
Algarrobo, lo que era como haberse sacado la lotería, pero su oferta fue
desestimada en un triz y no pasó de ser un loable intento de remecer al ilustre
buey cansado.
Algarrobo no debe farrearse su activo de oro, o de diamante
que es un Pacífico en paz, celeste y calmo, dotado de arenas blancas y del
mejor clima del planeta, tampoco debe farrearse las oportunidades que van
naciendo por iniciativas privadas y que podrían catapultar el porvenir de TODA
nuestra ciudad. No solo de insolentes moles de cemento se puede vivir!!
Apoyo (no dádivas) de las autoridades es lo que se
requiere, control y ganas de trabajar, ganas de salir adelante, deseos de
ganar, deseos de tener un terminal de buses menos inmundo, deseos de ver micros
que no echen humo, por ejemplo.
Esperemos el Señor les ilumine y que con esta
incipiente corriente se despierten, dejen de mirarse el ombligo, se contagien
de entusiasmo y puedan pronto celebrar triunfos propios.
Roberto Carrancá
Vecino desde 2002
Residente-durmiente postulante a iluminado