jueves, 28 de agosto de 2014

Invitación a leer.

Estimados vecinos:

Me es muy grato compartir con ustedes este artículo titulado "No abandonarse a sí mismo" ,escrito por Patricia May Urzúa, antropóloga chilena.

Reciban mi afectuoso saludo,


César Lillo Arellano




El Mercurio
Sábado, 29 de octubre de 2011


No abandonarse a sí mismo
Patricia May

Es tan común que las personas se abandonen a sí mismas, que haya un espacio para todo en su agenda, menos para el sí mismo; tiempo para el trabajo, para la familia, para entretenerse, pero no para cultivar el bien-estar íntimo, interior, eso que no se ve, pero que constituye nuestra atmósfera interna: el sustrato básico desde donde se despliega la calidad de vida, la alegría, el entusiasmo, la capacidad de gozar, la sintonía con los demás y la naturaleza…

Entiendo por abandonarse el no dar tiempo ni espacio en la vida al bien-estar del cuerpo, emociones, mente, alma. A dejar de mirarse, de cultivarse. A perder contacto con las necesidades internas del sentir, a abandonar la dinámica de los pensamientos al desenfreno de ansiedades, miedos, inseguridades, dependencias, envidias, soberbia, o simplemente de las corrientes mentales del ambiente, dejándonos invadir por ellas sin que siquiera nos demos cuenta.

Llamo abandonarse a dejar de cultivar el jardín interior, a no cuidarnos así como cuidamos la estética o la limpieza del lugar en que vivimos, así como nos lavamos los dientes, así como nos ocupamos de vernos bien ante los ojos de los demás y es tan fácil que eso ocurra, cuando estamos a full de cosas que hacer, de deberes, de panoramas; es tan fácil que nos arrastre la corriente del hacer y hacer, de ponernos a funcionar en automático, de vivir a mil, sintiendo además que estamos fantásticos porque hacemos muchas cosas, porque somos rápidos y eficientes, sin preguntarnos por la calidad de nuestra vida y actos, por la alegría de fondo, por la energía que quedó vibrando en el ambiente después de todo eso, por los efectos colaterales de nuestro vivir.

También es fácil dejarse estar en la abulia, en la rutina, en repetirse día tras día, anestesiados por la televisión, o los estímulos externos, por una pasividad que puede asemejarse mucho a genuina tranquilidad o paz, pero que no lo es, porque las personas que se cultivan, que hacen contacto con las dinámicas de su potencial interno están vivas, creativas, conscientes y equilibran a su manera los tiempos de interioridad, de armonización interna con los de acción.

El no abandonarse es una opción que requiere decisiones, como re-priorizar nuestros tiempos, por ejemplo, tiempos diarios para estar con uno mismo, para observarse, sentirse, sanarse, para hacer aquello que nuestro ser está pidiendo sin pensar en si eso es útil a los ojos de los demás, así como tiempos para poner en acción las cosas que nos inspiran y entusiasman.

No abandonarse es no traicionar el compromiso central que tiene todo ser al nacer: expresar el potencial de su alma en el mundo.

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